sábado, 6 de julio de 2013

Revisión del protocolo autoinmune y orden en la reintroducción


Después de casi 3 semanas de estar haciendo el protocolo autoinmune me parece un buen momento para repasar un poco en qué consiste, cómo me encuentro y cuales son los siguientes pasos. Sé que tengo algunas cosas pendientes, como seguir explicando las reglas que propone Mark Sisson. Como se trata de algo más general, voy a seguir publicándolo de modo esporádico, centrándome de momento en lo que está siendo mi día a día.

Toda las entradas que he escrito al respecto puedes encontrarlas bajo la etiqueta AIP, que se corresponde con sus iniciales en inglés (AutoImmune Protocol). Puedes acceder a ella en la barra lateral derecha del blog.

¿En qué consiste?
Ya lo he explicado en algunas entradas anteriores pero, en resumen, es muy sencillo. Se trata de mejorar el estado de salud de aquellos que tienen alguna enfermedad autoinmune, como artritis reumatoide, dermatitis, fibromialgia, granulomatosis de Wegener, lupus, psoriasis, sarcoidosis, síndrome de fatiga crónica, síndrome de Sjögren, vitíligo... Reconozco que algunas ni me suenan, pero hacer este pequeño listado puede que te ayude a identificar alguna que te afecte a ti o a alguien que conozcas y, ante la duda, vale la pena probar si se mejora, ¿no crees? Gracias al protocolo autoinmune reforzaremos nuestras defensas naturales mediante dos frentes: eliminación de componentes perjudiciales e introducción de otros beneficiosos. A modo de ejemplo hay que eliminar plantas como los tomates, ya que tienen unos componentes que pueden cargar el trabajo del sistema inmune. Cambiando ciertos hábitos mejorará el estado de salud principalmente gracias a que nuestro intestino se encontrará feliz.

¿Cómo me encuentro?
Empecé el protocolo por curiosidad, no porque tenga ninguna condición concreta. Se podría decir que prácticamente todos tenemos algún problema digestivo debido a la mala alimentación que llevamos. Sí, incluso quienes pensemos que comemos bien y, sobre todo, aquellos que consuman cereales puesto que dañan enormemente las paredes intestinales, haciéndolas demasiado permeables y que así pase a la sangre una gran cantidad de sustancias extrañas contra las que el sistema inmune ha de luchar. Tomando esta idea, pensé en probar este camino, en el que me hallo ahora. Hasta la fecha no me he sentido ni mejor ni peor, y sí que me ha hecho darme cuenta de que no tiene por qué ser difícil llevarlo a cabo. Otra cosa es enfrentarse a la situación en un contexto social ya que a menos que sea una comida con alguien de confianza es difícil seguirlo al 100%. De momento lo he hecho con éxito e intento no salirme en lo mas mínimo, ya que cualquier pequeño desliz puede tirar todo el esfuerzo realizado puesto que si añadimos por descuido una pequeña cantidad de algo que no debiéramos estamos dando una dosis de recuerdo al sistema inmune y tendríamos que volver a empezar. Reconozco que echo de menos comer huevo y tomate pero es algo temporal. Y si al final resulta que no pudiese comerlos de nuevo, que todo sea por la salud. Tal y como me encuentro, sin embargo, creo que no voy a tener ningún problema en volver a comer como antes, pero es el tiempo quien lo dirá. También echo de menos los frutos secos, aunque eso no me causa problema, ya que cuando los como me resultan muy adictivos y me cuesta parar, con lo que al final es mejor así.

¿Cuáles son los siguientes pasos?
Dependiendo de cada persona puede ser necesario un tiempo diferente de protocolo. La duración aconsejada es de al menos 30 días y será lo que me he propuesto. Si tienes una condición complicada o que lleva muchos años contigo, puede que necesites varios meses para mejorar. Como siempre, escucha a tu cuerpo. Después de seguirlo durante un tiempo hemos de volver a introducir lo que hemos eliminado. La reintroducción se hará añadiendo un nuevo alimento cada 3 días y fijándonos en los síntomas que se nos presentan. Es importante verificar cómo es nuestra digestión, cómo nos sentimos (energía, ánimo, fuerza, etc.), cómo está nuestra piel, cómo dormimos, si tenemos "antojos" o dolores, o si hay cambios en nuestra sintomatología. Tras consultar varias fuentes he creado una lista cronológica de qué alimentos podemos ir introduciendo. Los primeros son los menos problemáticos aunque esto es algo general y puede que tengas problemas comiendo yemas de huevo, por ejemplo, pero no con los frutos secos. En cuanto a los huevos, hay varias divisiones porque puede que los huevos orgánicos (o, al menos los de gallinas camperas) no te causen daño pero sí que te lo causen los convencionales. Antes de empezar a añadir alimentos es recomendable incrementar la ingesta de probióticos (como chucrut preparado en casa, no del comprado) para reinocular bacterias digestivas. La lista es la siguiente:
1. Yemas de huevos orgánicos.
2. Yemas de huevos convencionales.
3. Mantequilla de vacas de pasto.
4. Semillas como las de girasol o calabaza.
5. Frutos secos. Puede que toleres algunos y otros no. Es importante observar cómo te sienta cada uno.
6. Solanáceas. Incluyen el tomate, pimientos, chiles y berenjenas, junto con sus derivados (principalmente especias).
7. Claras de huevo.
8. Leche y derivados. Probar primero con productos fermentados que provengan de vacas de pasto y sin pasteurizar ni procesar de alguna manera y luego ir pasando a variedades más comerciales.
A medida que realices la reintroducción deberás fijarte en qué ocurre y de esta manera sabrás si podrás volver a consumir alguno de los productos o no, o bien si tienes cierto umbral de tolerancia que no debes sobrepasar.

Para acabar:
Si has notado que tienes algún problema digestivo puede deberse a que tengas intolerancia a lo que en inglés se le llama FODMAPs (oligo-, di-, mono-sacáridos fermentables y polialcoholes). De ellos hablaré quizás en otra ocasión pero si fuese tu caso quizás necesitarías eliminarlos, con o sin el protocolo autoinmune.

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