viernes, 21 de febrero de 2014

Viaje de ida y vuelta. Sí, ¡estamos de vuelta!


Hace más de un mes (desde el 20 de enero) que no publico nada. En la página de Facebook dejé un pequeño aviso de que por motivos de trabajo iba a estar ausente una temporada. Por cierto que en esa publicación enlazaba el podcast de Mark Sisson, del que por fin he podido escuchar todos los episodios hasta la fecha.

En el momento del parón no me fue posible explicar mucho más porque de repente todas las horas quedaron ocupadas y ahora por fin tengo un par de días libres.

Este cambio laboral estaba previsto ya desde hace tiempo pero no podía hablar de ello. Ahora que ya es posible, voy a contar un poco y a ampliar perspectiva ya que este blog se llama Paleolítico en Londres, ¿no?

El 20 de enero empecé un curso de formación de tripulante de cabina de pasajeros. Sí, de azafato. Y por ello quisiera aclarar esta terminología. No hay nada malo en decir azafato/a y creo que todos aceptamos esta denominación. Ciertamente lo más visible es que preparemos cafés y hagamos una bonita demostración de seguridad a la que nadie presta atención. Sin embargo el servicio de comida y bebida es más bien algo secundario aunque no deje de ser importante para el bienestar de los pasajeros, los beneficios de la aerolínea y garantizar una presencia a lo largo de la cabina, por ejemplo. Como tripulantes es necesario no solo saber de atención al cliente sino también tener conocimientos de primeros auxilios, conseguir muchos permisos en regla (como el de estar "limpio" a nivel legal), guardar la cadena de mando, operar partes de la cabina del avión (el simple hecho de abrir o cerrar una puerta exige una calificación y formación previa de varias horas), saber cómo actuar en caso de emergencia, conocer el equipamiento de seguridad, etc. Además hay una serie de procedimientos a seguir de forma precisa. Algunos de ellos los establece la compañía, otros son a nivel europeo, otros nacionales. Por suerte, gracias a circunstancias personales previas, conocía estos detalles de antemano y sabía que iba a tener que servir muchos cafés pero tampoco ignoraba estas otras funciones.

El curso ha sido muy intenso. Cuando no había clase, simplemente había que estudiar. Las horas de sueño eran escasas (generalmente 6 o menos al día) y las opciones a la hora de comer eran muy sanas desde el punto de vista convencional pero muy poco paleolíticas. Y como el supermercado más cercano estaba a casi una hora caminando he sobrevivido gracias a conservas, ensaladas preparadas y similares. Siempre hay que buscar la mejor opción aunque esta no sea precisamente buena. En ese momento, y como algo puntual, mis prioridades eran otras en lugar de la comida. En cuanto a deporte, este fue también casi inexistente, a excepción de pequeñas carreras a las 6 de la mañana, algunas de las cuales eran sprints en intervalos. También ha habido tiempo para risas y además he conocido personas de otras partes de Europa. Estas personas son ya importantes para mí, después de esta especie de gran hermano que hemos vivido juntos durante varias semanas.

Recientemente he empezado a volar. Así que si vienes a Londres alguna vez, quizás nos veamos en el aire o en el aeropuerto.

¿Qué decir del nuevo trabajo? Pues solamente cosas buenas. La gente es muy maja y ayuda mucho, los vuelos son amenos. Me siento cómodo en el avión y los demás lo notan. Es verdad que trabajo mucho, pero no me importa. Una de las razones por las que estoy en este país es porque el trabajo duro se valora, y este caso no es una excepción.

Dicen que es un trabajo muy poco sano. Es probable. Los turnos rotativos con horas intempestivas, la compresión/descompresión, la excesiva radiación solar y otros factores pueden influir negativamente en el cuerpo. Mi opinión es que un trabajo que te hace feliz es más sano que lo contrario. El estado anímico y hormonal ocupan lugares muy importantes a la hora de vincular trabajo y salud. Siempre me han gustado mis trabajos y he sido muy feliz en ellos, pero en este siento que puedo dar el 100% y, de alguna manera, que estoy diseñado para hacerlo. Puede que sean tonterías, pero siento que estoy haciendo lo correcto en el momento oportuno.

Hay algo que me ha llamado la atención sobre las costumbres de la gente a la hora de comer. Incluso en los vuelos cortos, los compañeros suelen comer en todos ellos. Bien es cierto que las creencias populares insisten en que comamos cada 3 horas, unas 5 veces al día, pero incluso una compañera muy delgadita y poquita cosa decía que si no comía cada poco se moría de hambre. Claro, ¡como que se pasaba el día comiendo sándwiches!, con sus correspondientes subidas y bajadas de azúcar (¡allá vamos!). Es verdad que era una chica delgada pero probablemente desarrollando una resistencia a la insulina que en unos años le pasará factura.

Y de mí hay algo que sorprende a todos. Es cuando les digo que prefiero no comer. Hablar de la dieta paleolítica y el ayuno intermitente no me parece adecuado ante personas a las que veré ese día nada más y cuya reacción será probablemente darme lecciones de moral. Disculpen, compañeros, pero he leído la ciencia y ustedes han sido engañados por los medios de comunicación y por sus propios médicos.

El día de mi evaluación, la formadora me insistía en que comiese porque "nunca se me ha desmayado nadie y espero que no seas el primero". Era adorable, todo hay que decirlo, y llegamos al acuerdo de que bebería mucha agua (cosa que ya iba a hacer sí o sí). También llegamos al acuerdo de que soy "apto", ¡por supuesto! Por mi parte le dije lo mismo que a todos: "he comido un montón antes de venir". ¡Mentira!

En todo este período también me he cambiado de casa para estar mejor comunicado con el aeropuerto, aunque sigo viviendo en Londres. También he hecho una escapada a España en unos días libres para poder ver a familia y amigos.

Y ya dejo de contar mi vida, que tengo muchas cosas pendientes de las que hablar. Probablemente la primera de ellas será el cardio crónico. Lo haré en cuanto pueda, porque aún estoy poniéndome al día en mi vida personal y otros asuntos del nuevo trabajo como lavar uniformes y seguir estudiando mis funciones (hay varias posiciones en el avión y de momento he ocupado una nada más). No todo es glamour, ¡oigan! Mientras tanto, se admiten sugerencias.

Bienvenidos/as de nuevo y gracias por leer.


Imagen: www.imagenesyfotosde.com

2 comentarios:

  1. Hola!!
    Solo te quería saludar ya que me ha hecho mucha gracia tu blog.Sigo la dieta paleo (con mis más y mis menos) y fuí hace unos años azafata de vuelo en Londres.Aunque cuando volaba no conocía este estilo de vida.Estoy segura que me hubiera sido más difícil ser paleo en Inglaterra que en España.Si que recuerdo que era subirme al avión y me entraba un hambre tremenda,a mi y a mis compañeros,aunque hubiera comido en casa,daba igual,yo tenía hambre.Así que puedo suponer el asombro/preocupación de tus compañeros.
    Un saludo!

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    1. Jejeje, me ha encantado tu comentario, aunque no lo había visto hasta ahora. ¡Te mando un saludo y un abrazo! Gracias.

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